¿Los gorriones reconocen a las personas?

Los gorriones poseen una inteligencia sorprendente para su tamaño. Al igual que otros paseriformes, cuentan con un cerebro proporcionalmente grande y una excelente memoria espacial y visual, que les permite recordar la ubicación de fuentes de alimento, refugios y rutas seguras.

Estudios sobre cognición en aves han mostrado que el gorrión común (Passer domesticus) puede resolver problemas simples, aprender por observación y modificar su conducta según la experiencia. Su capacidad de adaptación a entornos urbanos es una muestra de su inteligencia: han aprendido a aprovechar los restos de comida humana, cruzar calles evitando vehículos e incluso sincronizar su actividad con la presencia de personas.

Además, su memoria a corto y largo plazo les permite reconocer individuos y situaciones, algo esencial para sobrevivir en entornos cambiantes. Aunque su cerebro no tiene una corteza prefrontal como la de los mamíferos, la estructura equivalente en las aves, llamada nidopallium caudolaterale, cumple funciones similares a las áreas del razonamiento en los humanos.

Sí, existen evidencias que indican que los gorriones reconocen a las personas. Investigaciones realizadas con aves urbanas, entre ellas gorriones y palomas, han demostrado que pueden distinguir rostros humanos y asociarlos con experiencias positivas o negativas. Por ejemplo, un estudio de Stephan et al. (2012)^[1] mostró que varias especies de aves urbanas son capaces de identificar y recordar a las personas que las alimentan o las ahuyentan y evitar a quienes les resultan amenazantes.

Los gorriones pueden, por tanto, identificar a humanos familiares y reaccionar de manera diferente según el contexto. Aquellos que viven en entornos urbanos tienden a mostrar menos miedo hacia las personas, mientras que los que habitan zonas rurales mantienen una mayor distancia. Esto sugiere que la capacidad de reconocimiento humano puede estar influenciada tanto por la experiencia individual como por la frecuencia de contacto con las personas.

El reconocimiento de personas por parte de los gorriones se basa principalmente en la visión y la memoria asociativa. Estas aves poseen una agudeza visual notable y pueden distinguir rasgos faciales, colores y movimientos con gran precisión. Además, utilizan pistas contextuales, como la voz, la ropa o el comportamiento del individuo. No reconocen necesariamente los rostros de manera “emocional” como un perro o un primate, pero sí asocian ciertos rasgos visuales y auditivos con experiencias pasadas.

Se ha observado que los gorriones pueden recordar durante semanas o incluso meses a personas que los alimentaron de forma constante. Por el contrario, si una persona los espanta o representa una amenaza, pueden transmitir esa información a otros individuos del grupo mediante vocalizaciones de alarma, demostrando cierto nivel de aprendizaje social.

El comportamiento de los gorriones hacia las personas refleja su capacidad de adaptación. En ciudades y parques, se acercan con confianza a la gente, especialmente en lugares donde se los alimenta regularmente. Algunos individuos incluso se posan cerca de mesas o bancos para aprovechar migas de pan o restos de comida, demostrando una tolerancia aprendida hacia el ser humano.

Sin embargo, este comportamiento no es universal. En áreas rurales o menos urbanizadas, los gorriones suelen mantener una mayor distancia y reaccionan con desconfianza ante la presencia humana. Esta variabilidad demuestra que su actitud hacia las personas depende del entorno y de las experiencias previas.

Ya sabes de qué forma los gorriones reconocen a las personas, de manera que si has encontrado a uno herido o caído del nido, te recomendamos acudir a un centro de recuperación de fauna y consultar este post: "¿Cómo criar un gorrión?".

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