¿Los perros tienen ombligo?

Sí, los perros, al igual que las personas, son mamíferos placentarios y necesitan desarrollar un ombligo para poder recibir nutrientes y oxígeno durante la gestación, cuando todavía no han nacido. Durante la gestación, el ombligo de los fetos se continúa con el cordón umbilical, el cual une a cada uno de los cachorros con su placenta. Gracias a esta estructura anatómica, los perritos pueden recibir de su madre nutrientes, oxígeno y otras sustancias, como una pequeña cantidad de inmunoglobulinas.

Cuando los cachorros nacen, su madre (o el veterinario, en caso de cesárea) corta el cordón umbilical y a cada perrito le queda una pequeña lesión que cicatrizará por completo al poco tiempo y que constituirá su ombligo.

El ombligo de los perros es, por tanto, exactamente el mismo que el nuestro: una cicatriz que queda tras el nacimiento. Sin embargo, mientras que el ombligo humano es muy visible, el de los perros es mucho más discreto y queda totalmente rodeado por el pelo, lo que dificulta su localización.

¿Te preguntas cómo es el nacimiento de los perros? Te lo contamos aquí: "¿Cómo nacen los perros?".

El ombligo de los perros es una pequeña cicatriz, de tanto solo unos milímetros de diámetro, con forma redondeada u ovalada, formada por tejido fibroso y duro y que, a diferencia del nuestro, es prácticamente plano en lugar de tener forma cóncava o convexa. Lo más habitual es que su color sea pálido, pero en algunos casos puede estar hiperpigmentado y ser más oscuro. Esto dependerá, sobre todo, del tono de piel de cada perro o de su raza.

Cuando, tras el parto, la perra corta el cordón umbilical de cada uno de sus cachorros, lame muy bien la zona para eliminar cualquier resto de suciedad o tejido y, por lo general, el ombligo cicatriza sin ningún problema en tan solo unos días, dejando una marca casi imperceptible. Sin embargo, en caso de que se atienda el parto, ya sea en casa o en la clínica veterinaria, es recomendable desinfectar la zona del ombligo tras cortar el cordón umbilical para asegurarnos de que no se produce una infección bacteriana. Una infección u otra patología en la zona, como una hernia umbilical, supondría un riesgo para el cachorro, quien, además, podría quedar con un ombligo de aspecto algo atrofiado o anormal.

El ombligo de los perros se encuentra completamente rodeado por el pelo y es por ello que su visualización no resulta sencilla, especialmente en el caso de animales con un manto muy largo o denso.

Los perros tienen el ombligo en el abdomen, en la zona media del vientre, al igual que nosotros. Para localizarlo, puedes trazar una línea recta que una el final del esternón con el pene o la vulva del animal. Esta línea se corresponde con la línea alba, que en algunos canes incluso se puede intuir. Si sigues esa línea con los dedos, llegará un momento, a medio camino, en que podrás percibir una zona pequeña con un tacto algo diferente, ya sea porque hace un pequeño relieve aplanado o porque está más endurecida, como una cicatriz. Es justo ahí donde se encuentra el ombligo.

Es habitual que, justo en ese área, el pelo del perro haga un pequeño remolino o cambie de dirección. Esto puede facilitarte la localización del ombligo. Por otro lado, a los perros de pelo corto, como dóbermans, dálmatas, bracos, etc., se les ve más fácilmente el ombligo. Si, por el contrario, tu peludo tiene el pelo muy largo, ¡ten paciencia!, ve apartando el pelo poco a poco o humedécelo ligeramente con agua para poder visualizar mejor la zona y seguro que lo terminas encontrando.

El ombligo de los perros cumple exactamente la misma función que el nuestro, que es la de ejercer de punto de entrada de nutrientes y oxígeno al organismo del feto, así como de punto de salida de todas aquellas sustancias de deshecho que el cachorro ha generado durante su desarrollo en el vientre de la madre. El cordón umbilical es fundamental porque mantiene en constante comunicación al cachorro con su madre, garantizando su viabilidad.

Una vez el perrito nace y se corta su cordón umbilical, el ombligo no es más que la cicatriz que le queda de manera permanente y no tiene absolutamente ninguna función fisiológica durante la vida adulta, es una lesión meramente estética y, en el caso de nuestros peludos, especialmente discreta.

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